martes, 25 de diciembre de 2012

Cambios a la acreditación universitaria : Editorial de El Mercurio reconoce las enormes dificultades que deberá enfrentar en el Parlamento.

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MERCURIO PROPONE LA APROBACIÓN DE UNA LEY CORTA SIMPLIFICADA PARA RESOLVER LOS PROBLEMAS INMEDIATOS.
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EDITORIAL DE EL MERCURIO.COM
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El Presidente de la República ha anunciado un proyecto de ley que cambiará por completo el sistema de acreditación universitaria vigente. "Hemos heredado un mal sistema de aseguramiento de la calidad de la educación superior"(ver N.E.), dijo. 
"Tras las experiencias recientes será muy difícil que alguien sostenga lo contrario". 
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El antiguo sistema, aunque fue el resultado de un prolongado debate nacional de varios años, en el que participaron los académicos más distinguidos, además de las autoridades y parlamentarios de la época, no da garantías de seriedad, ha perdido la confianza del público y se ha prestado para toda suerte de abusos. 
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El país está informado de que ha habido desde extorsión por parte de quienes dirigían la comisión estatal, hasta prácticas corruptas que permitían violar la ley. Cabe presumir que la institucionalidad creada en el primer quinquenio de este siglo ha decepcionado profundamente a sus impulsores, quienes tal vez no querrán recordar las palabras con que celebraron este supuesto avance educacional.
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El gobierno actual cuenta ahora con la ventaja de que el país está consciente de la indispensabilidad de hacer un cambio, pero puede anticiparse que el debate será tan intenso como el anterior. 
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Pero por muy rápido que quieran avanzar, es anticipable que no será fácil alcanzar acuerdos.  
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Mediante un sistema de acreditación y aseguramiento de la calidad, el Estado de Chile echa sobre sus hombros la responsabilidad de garantizarles a los estudiantes mínimos de calidad, algo que, quizá, no está en condiciones de hacer. 
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Por cierto, la primera reacción a los escándalos, tanto del Gobierno como de la oposición, ha sido justamente endurecer la acreditación, haciéndola obligatoria, con mayores consecuencias y, posiblemente, con estándares más precisos y rígidos.
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Algunos lineamientos que se han dado a conocer incluyen la apertura a agencias internacionales de acreditación, lo que a todas luces sería muy positivo para el sistema chileno. .
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Las pocas experiencias que ha habido hasta ahora son en extremo valiosas. En cambio, la propuesta de que todas las acreditaciones sean por seis años ya ha encontrado detractores en las universidades más grandes, que quieren aprovechar el sistema para diferenciarse de los planteles menores. 
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Cabe esperar una tenaz oposición a este enfoque.
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Cualquiera sea el sistema que finalmente se adopte, tendrán que contemplarse mecanismos para cerrar establecimientos que no cumplen con los mínimos, pero eso deberá hacerse asegurando el destino de sus alumnos, especialmente si al ingresar a una institución ésta estaba acreditada en el sistema nacional. 
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 Aunque el Gobierno hace evidentemente bien al procurar una solución de raíz a los problemas que ocasiona un mal sistema de acreditación, no puede eludir situaciones ya creadas que requieren soluciones inmediatas, como es el caso de los 18 mil estudiantes que quedarían fuera del sistema. 
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Asimismo, no parece posible que se mantenga sin cambios el sistema actual mientras se discute y tramita un nuevo método de acreditación en el Congreso. 
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Junto al estudio de largo plazo, hay una necesidad innegable de hacer ajustes urgentes a la Comisión Nacional de Acreditación existente, mediante una segunda ley de trámite rápido.
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N.E. El Sr. Presidente olvida en señalar que fueron los propios parlamentarios de su sector los que más dificultaron sacar adelante una legislación más razonable.  
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