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POR AGUSTÍN SQUELLA, EX RECTOR U. DE VALPARAÍSO
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No es aceptable
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No es aceptable que la educación superior no haya recibido suficiente atención luego que el régimen militar congelara su situación por medio de una ley que entró en vigencia el 10 de marzo de 1990, 24 horas antes de que asumieran un Presidente y un Congreso elegidos por votación popular después de 17 años.
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No es aceptable que, salvo una, las 16 universidades estatales se rijan hasta hoy por los estatutos que les impuso ese mismo régimen.
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No es aceptable que toda la presencia del Estado en las juntas directivas de sus universidades se reduzca a un par de representantes que no han podido ser portavoces de una política para este tipo de instituciones, simplemente porque nunca la hubo.
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No es aceptable que se tengan que dar explicaciones acerca de por qué el Estado debe dispensar atención preferente a sus propias universidades, como tampoco lo es que la demanda por ese trato "preferente" se sustituya por la más blanda petición de un "nuevo" trato.
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No es aceptable que universidades del Estado, pluralistas por definición, reciban similares recursos a universidades confesionales que han renunciado al pluralismo u optado por uno de carácter limitado. Si se quiere hacer universidad a la luz de una fe que tiene que ser aceptada por todos los integrantes de la institución -especialmente docentes, investigadores y directivos-, deberían ser los partícipes de esa fe quienes contribuyeran a sostener la universidad de que se trate.
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No es aceptable que las universidades privadas se autoproclamen públicas sólo porque proveen un bien público como la educación, y menos lo es que en nombre de esa pretendida condición reclamen recursos del Estado. Clínicas y farmacias proveen también bienes públicos y a sus propietarios no se les ocurre pedir dinero de la Ley General de Presupuesto para financiar sus actividades.
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No es aceptable que universidades que por disposición de la ley se constituyen como personas jurídicas sin fines de lucro hayan perseguido el lucro, como no lo es que todo lo más que se pretenda hacer ahora sea transparentar esa situación, o sea, establecer cuáles se ajustaron a la exigencia legal y cuáles no, como si el papel de carabineros frente a un semáforo en rojo se limitara a tomar nota de los automovilistas que respetan o no esa indicación. Con todo, no es aceptable renunciar en el futuro a que instituciones educacionales puedan tener fines de lucro, esto es, excedentes que puedan ser retirados por sus dueños, como hacen también los propietarios de entidades que proveen bienes tan indispensables como la salud o los servicios funerarios que precisamos contratar para sepultar a nuestros deudos.
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No es aceptable cifrar demasiadas esperanzas en el financiamiento universitario vía donaciones que benefician de preferencia a instituciones cuya orientación coincide con la ideología o la fe religiosa de los donantes.
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No es aceptable que se pida democracia en las universidades, porque se trata de una forma de gobierno de la sociedad, no de las instituciones, y porque su regla de oro -la de la mayoría- no podría operar con eficiencia en una iglesia, en un ejército, en una empresa, y tampoco en una universidad. Lo que debe existir al interior de las universidades es participación estamental.
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No es aceptable que universidades que proclaman su excelencia se sustraigan a procesos de acreditación institucional, como no lo es que la acreditación de carreras haya sido confiada a agencias privadas.
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Y tampoco es aceptable desoír el llamado de Salvador Allende en su discurso de 1972 en la U. de Guadalajara: "Yo no le he aceptado jamás a un joven que justifique su fracaso porque tiene que hacer trabajos políticos: tiene que darse tiempo para los trabajos políticos, pero primero están los trabajos obligatorios que debe cumplir como estudiante universitario".
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1 comentario:
No es aceptable que el Prof. Squella, partidario de todos los gobiernos de la Concertación, no haya criticado con igual fuerza como lo hace ahora a tales gobiernos especialmente cuando fue Asesor Cultural de Lagos. Es uno de los ex-rectores que nunca llamó a los académicos de la universidad de Valparaíso a un paro académico para protestar por el trato que recibían las universidades estatales de su tiempo.
Carlos Verdugo Serna
Universidada de Valparaíso
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