RESPONSABILIDADES DE LOS ACTORES UNIVERSITARIOS
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En editorial anterior se señaló que uno de los principales argumentos de la CNA para recortar drásticamente el número de años (1) asignados a la UTEM en el proceso de acreditación 2010, fue la imagen de ingobernabilidad generada por las actuaciones de un grupo de Consejeros Superiores, que asumieron la responsabilidad por el nefasto resultado experimentado.
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En cambio, en esta oportunidad la UTEM se encuentra bajo una situación de completa ingobernabilidad, o mejor dicho, completamente gobernada por un grupo de dirigentes estudiantiles que decide unilateralmente si se pueden realizar las actividades académicas más elementales, ante la anuencia de las principales autoridades que han sido poco eficaces para entablar un diálogo fructífero y constructivo con el estudiantado universitario.
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Afortunadamente, aunque algo tardíamente, se puede observar que ha surgido la inquietud entre los dirigentes estudiantiles por el inminente proceso de acreditación que se materializará en los próximos días con la visita de los Pares Evaluadores.
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Así es posible observar que en el Cronograma de actividades del Día Viernes 28 recién pasado, se ha señalado la disposición de adoptar algunas medidas transitorias que permitirían a la UTEM enfrentar con cierta dignidad y esperanza a los Pares Evaluadores, pese a que en el reciente Referendum Plebiscitario realizado en cada Escuela durante la semana, se resolvió No Iniciar el Segundo Semestre.
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Sin duda, en caso de un nuevo fracaso en el resultado de la acreditación, una enorme responsabilidad recaerá en los dirigentes estudiantiles que han conducido las Tomas y Suspensión de actividades más prolongada de la que se tenga memoria en la UTEM en las dramáticas circunstancias en la que aún se encuentra la universidad como consecuencia de los graves desaciertos de las rectorías anteriores y, en cierta medida menor, de la actual autoridad.
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Sin embargo, no menos cierto, es que la actual rectoría, también debería asumir parte de la responsabilidad en caso de fracasar en este proceso de acreditación, debido a su ineficacia en haber logrado oportunamente un diálogo fructífero y constructivo con el estamento estudiantil, haciendo valer los intereses superiores de la universidad y el de sus miles de estudiantes y egresados.
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Sin duda, esta difícil tarea habría requerido de un equipo humano de alto nivel universitario, gran capacidad comunicacional y sensibilidad política, dedicado por entero a construir oportunamente las bases de un gran acuerdo institucional, coordinando adecuadamente a los Directores de Escuelas y Comités de Apoyo Docente respectivos.
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Lamentablemente, lo que ya no se hizo, a estas alturas sólo cabe que lo lamentemos, y esperar con optimismo, que los Pares Evaluadores, primero, y la CNA después, tomen en consideración el carácter generalizado del mal llamado "conflicto estudiantil".
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C. Vila C.
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