DURANTE MUCHOS MESES LA COMUNIDAD UNIVERSITARIA SEÑALÓ A LA MÁXIMA Y CASI ÚNICA AUTORIDAD DE LA UTEM LA NECESIDAD DE CORREGIR LAS NOTORIAS FALLAS QUE SE PRODUCÍAN EN LA PRINCIPAL ÁREA DE TRABAJO DE LA UNIVERSIDAD.
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Lamentablemente, debió ocurrir un grave desaguisado, que ha perjudicado las perspectivas financieras de la UTEM para que se iniciase el proceso correctivo recomendado, pese a que ya en la anterior visita de los Pares Evaluadores se puso de manifiesto la fragilidad institucional ante todos los que participaron en el proceso del año recién pasado.
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Sin duda, está muy bien que la autoridad solicite la colaboración de toda la comunidad para el logro de una buena Acreditación, dado que es un objetivo estratégico fundamental, cuyo resultado afectará, para bien o para mal, a todos. Sin embargo, no puede quedar el resultado de este complejo proceso sujeto a la buena voluntad de un pequeño grupo de voluntarios, mientras algunos de los que ocupan los más importantes cargos institucionales toman palco y esperan cosechar los laureles del éxito.
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Más aún, si se considera que todos los antecedentes recientes apuntan a un nuevo proceso más exigente y complejo, que no dejará pasar las debilidades manifiestas en el actual sistema.
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Tampoco es aceptable ni recomendable que como consecuencia de estas debilidades, los encargados de responder por éstas, se vean obligados a dar respuestas que no resisten el análisis crítico y dejan una mala impresión ante los Pares Evaluadores, como ocurre con la designación de los Directores de Escuela y Secretarios de Facultades directamente por el Rector, sin respetar el ámbito de decisión de los Decanos ni de las comunidades de cada Facultad.
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Sin duda, la efectividad de los liderazgos en una organización está relacionado fuerte y directamente con la reconocida capacidad de esfuerzo y trabajo de quienes tienen formalmente la responsabilidad de conducir los procesos complejos.
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En consecuencia, de no corregirse estos y otros asuntos, resultará infructuoso el llamado a la colaboración, pues los convocados no reconocerán los atributos esenciales del liderazgo.
Sin duda, está muy bien que la autoridad solicite la colaboración de toda la comunidad para el logro de una buena Acreditación, dado que es un objetivo estratégico fundamental, cuyo resultado afectará, para bien o para mal, a todos. Sin embargo, no puede quedar el resultado de este complejo proceso sujeto a la buena voluntad de un pequeño grupo de voluntarios, mientras algunos de los que ocupan los más importantes cargos institucionales toman palco y esperan cosechar los laureles del éxito.
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Más aún, si se considera que todos los antecedentes recientes apuntan a un nuevo proceso más exigente y complejo, que no dejará pasar las debilidades manifiestas en el actual sistema.
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Tampoco es aceptable ni recomendable que como consecuencia de estas debilidades, los encargados de responder por éstas, se vean obligados a dar respuestas que no resisten el análisis crítico y dejan una mala impresión ante los Pares Evaluadores, como ocurre con la designación de los Directores de Escuela y Secretarios de Facultades directamente por el Rector, sin respetar el ámbito de decisión de los Decanos ni de las comunidades de cada Facultad.
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Sin duda, la efectividad de los liderazgos en una organización está relacionado fuerte y directamente con la reconocida capacidad de esfuerzo y trabajo de quienes tienen formalmente la responsabilidad de conducir los procesos complejos.
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En consecuencia, de no corregirse estos y otros asuntos, resultará infructuoso el llamado a la colaboración, pues los convocados no reconocerán los atributos esenciales del liderazgo.
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