DADO QUE EL CONFLICTO HA TOPADO EN UN PUNTO DE DIFÍCIL SOLUCIÓN PARA AMBAS PARTES, AL PUNTO QUE EL PRESIDENTE DEL SENADO HA DECLARADO INOFICIOSA LA MESA DE DIÁLOGO, SURGE LA INQUIETUD POR LAS CONSECUENCIAS MÁS O MENOS PREVISIBLES DE ESTA LARGA PARALIZACIÓN DE ACTIVIDADES.
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Sin menoscabo de reconocer la validez y fuerza de los argumentos que esgrime el movimiento estudiantil, que por primera vez se hace decididamente cargo de las múltiples aberraciones cometidas en el sistema educacional durante los últimos cuarenta años, cabe preguntarse por la forma con la que se administra el conflicto y los costos asociados a los diferentes procedimientos de solución.
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Los beneficios que se podrán obtener de un muy probable triunfo del movimiento estudiantil en el ámbito de las reformas estructurales serán sin duda de enorme importancia nacional y de gran beneficio para el desarrollo cultural y social del país, dado que contribuirá a disminuir las grandes inequidades socioeconómicas y disminuir en parte la atávica segregación social y fuerte clasismo de nuestra sociedad; además de los importantes beneficios gremiales ya conseguidos.
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Sin embargo, parodiando el refrán del Presidente Piñera, que como todo refrán señala una verdad y oculta muchas mentiras, "no hay nada gratis en la vida", estos triunfos tendrán un precio que pagar por todos los actores y ad-láteres de este gran movimiento social.
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Dependiendo de las múltiples visiones de la vida, algunos pondrán énfasis en las consecuencias de carácter más bien personal, como podría ser la inexistencia de vacaciones de verano. Otros se fijarán en el aumento de los riesgos de reprobación de asignaturas pasadas a toda presión y otros a las posibles desventajas relativas con los alumnos de las Ues. privadas que continúan sus clases, tanto en el aprendizaje como en las competetividades en el mercado laboral.
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Sin duda, algunas de estos costos son más o menos serios e importantes que otros; sin embargo, cada cuál hace su propio balance desde sus perspectivas y escalas valóricas personales.
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Por su parte, el cuerpo académico de las universidades insertas en el corazón del conflicto, deben evaluar los costos desde una visión compleja que deriva de sus responsabilidades de educadores, por una parte, y de sus intereses personales en tanto sujetos de responsabilidades personales y sociales de jefes de familia, por otra.
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A su vez los rectores y sus staff de apoyo de alto nivel, no sólo deben responder a lo anterior, sino también a la responsabilidad de conducir las finanzas y gestión académica encomendada por sus pares.
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La evaluación sin duda no es fácil para nadie, pero en la medida que se reflexione y se discuta abiertamente en estos puntos se podrá contribuir a hacer más claridad y facilitar las decisiones.
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C. Vila C.
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