LUEGO DE 20 AÑOS DE INACCIÓN, LOS ESTUDIANTES UNIVERSITARIOS SE MOVILIZARON PARA DEMANDAR MAYOR EQUIDAD Y MEJORAR LOS DESIGUALES PROCESOS DE MOVILIDAD SOCIAL EXISTENTES.
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Que la desigualdad social en Chile es un hecho notorio a nivel mundial es un lugar común en casi todos los ensayos sobre la materia, no se puede discutir.
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Que desde un punto de vista cuantitativo esta desigualdad sea algo nuevo, resulta totalmente falso, pues lo que llevamos más de medio siglo en este planeta sabemos en vivo y en directo que las desigualdades eran objetivamente mucho mayores hace unos cincuenta años.
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¿ Porqué entonces se pone tanto énfasis hoy a este aspecto de la realidad ?.
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Quizás la respuesta se encuentre en el aspecto subjetivo, dado que la conciencia de esta realidad es hoy completamente diferente y sea absolutamente rechazada por la inmensa población que ha alcanzado el Cuarto Medio de Educación y que no acepta las insulzas explicaciones que procuran justificarlas.
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Hace unos cincuenta o algo más de años, las capas medias eran una minoría que se esforzaba por ser asimilada con restricciones al bienestar de las tradicionales capas altas de la sociedad. Hoy en cambio, son una inmensa y disímil mayoría mucho más conciente de sus derechos y posibilidades de ascender y acceder a los beneficios del desarrollo socioeconómico nacional.
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El millón de jóvenes que han accedido a la Educación Superior hoy día son en su mayoría representantes de los sectores medios de nuestra sociedad, cuyas familias realizan esfuerzos descomunales por mantenerlos estudiando, con la esperanza de mejorar sus expectativas de vida.
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Sin embargo, cada día que pasa, están más concientes de que las desigualdades se reproducen sin ninguna justificación racional en un nivel ligeramente superior, en la mayoría de los casos.
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Quizás, la única Justificación de esta lamentable situación haya sido de carácter pragmático, pensando que esta creciente y desigual movilidad social era inevitable dado el origen de las estructuras sociales de un país que se formó sobre la base de una desigualdad originada en la dominación de los pueblos originarios por las potencias extranjeras.
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Justificación que pudo haber sido aceptable a comienzos del siglo XX o comienzos de la recuperación democrática del país en los 80s., pero que hoy resulta cada vez más insuficiente desde un punto de vista racional de los derechos y de la democracia.
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Esta nueva realidad subjetiva, probablemente explique parte importante del creciente malestar de las grandes masas de jóvenes que han paralizado importantes universidades tradicionales y que paulatinamente van tomando conciencia del problema de fondo que subyace a uno de los tantos malestares que afligen nuestra sociedad.
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Sin embargo, cabe preguntarse por las soluciones reales y factibles que tienen estos problemas que tiene caráterísticas estructurales sin caer en la tentación de caer nuevamente en costosas revoluciones globales que las generaciones anteriores vivieron y sufrieron con creces.
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Posiblemente, este tipo de reflexiones pueden explicar en parte los tibios procesos reformadores de los últimos veinte años y, en cierta medida, el comienzo de las negociaciones de los rectores del CRUCH, y en particular del CUECH, con el MINEDUC, dado que la gran mayoría de estos vivieron directamente los procesos anteriores.
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Y, así también, podrían contribuir a explicar las demandas extrauniversitarias de los actuales dirigentes estudiantiles, que solicitan cambios profundos a la Constitución Nacional y a las reglas fundamentales de la sociedad de mercado en la que estamos insertos a nivel mundial.
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Que de otro modo, paradionda de cierta forma la revolución de Mayo de París de 1968, podrían decir : SEAMOS REALISTAS, PIDAMOS LO IMPOSIBLE.
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C. Vila C.
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EN DESARROLLO
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